Una vez plantado el pistacho se entra en una rutina de cultivo muy semejante, por no decir igual, a la del almendro y el olivo.
Se labran las tierras con una labor profunda en noviembre, otra labor de primavera y un pase superficial de cultivador en junio, para quitar hierbas. Tener siempre, en secano, la costra rota, lista para recibir lluvia y humedad.
Una labor peculiar del pistacho es el subsolado por el centro de las calles, a mediados de septiembre, una vez recogido el fruto. Es un pase de subsolador de tres púas a unos 40 centímetros de profundidad para hacer penetrar el aire y el agua directamente al subsuelo, durante el otoño.
De mediados de mayo a mediados de junio, hemos visto que una aplicación foliar de abono nitrogenado con microelementos es muy beneficiosa. Aprovechamos para añadir un fungicida sistémico como preventivo de la Septoria.
Aparte de esta aplicación foliar, no aplicamos ningún otro tratamiento al pistacho. Queremos aprovechar esta oportunidad para advertir que el pistacho es alérgico a los aceites de invierno, pero no a los fungicidas sistémicos convencionales.
Las técnicas de NO laboreo son las habituales en zonas donde hay un riego REALMENTE abundante: > 20.000 litros árbol. Si no se dispone de este caudal de riego, aplicar las labores tradicionales de cultivo del suelo.
Riego por “drip deep” – goteo enterrado.
En la foto : plantación de Mas del Mitg – Llardecans (Lleida).